viernes, 19 de marzo de 2010
Ideas originales
El movimiento feminista, como cualquier impulso intelectual que se instrumentaliza, puede enfilar una senda muy peligrosa si se permite que se conviertan en voceros de sus postulados personas como Bibiana Aído. La última propuesta, más o menos velada (la señora Aído suele adscribirse a la muy extendida costumbre de tirar la piedra y esconder la mano) de la ministra de igualdad ha sido sugerir que el feminismo ocupe un lugar en la formación troncal de los estudiantes universitarios, lo que viene a ser lo mismo que convertirse en asignatura obligatoria. Parece ser que no tener nada que hacer da mucho trabajo, porque Bibiana Aído no para de hilvanar propuestas, cada cual más descabellada que la anterior, mientras ejerce su labor como cabeza de un ministerio que nadie sabe muy bien para qué sirve.
Las aportaciones de Aído a la mejora del sistema educativo español no son nuevas. Ahí están, por ejemplo, sus denodados esfuerzos por conseguir la paridad ligüística con aquello de los “miembros y miembras”. Recuérdenlo. Y tras soltar aquella soberana estupidez, encima lo adornó con una sonrisita bobalicona que dejaba entrever que la frase estaba muy meditada y no la pronunció al azar. Y días más tarde, ante la lluvia de improperios absolutamente merecidos, no sólo no reconoció su metedura de pata, sino que aseguró que había que luchar contra el sexismo en el lenguaje.
Ahora, para demostrar de nuevo su coraje feminista, aboga por la implantación de una asignatura de feminismo obligatoria en la universidad. Personajes así dañan la imagen del verdadero esfuerzo que auténticas luchadoras han realizado a lo largo de la historia por conseguir un tratamiento digno para la mujer, una igualdad real de derechos entre hombres y mujeres. Recetas como la propuesta por la ministra de igualdad y su recepción entre la ciudadanía pueden llevar a un retroceso peligroso en la consideración social del movimiento feminista.
Pero como proponer alegremente no cuesta nada, yo también quisiera lanzar una idea. En estos tiempos de crisis en los que no nos ponemos de acuerdo acerca de las medidas a tomar para paliar los efectos de la debacle económica, ¿no sería una buena medida de ahorro suprimir gastos innecesarios como, por ejemplo, el sueldo de la señora ministra de igualdad?
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