jueves, 4 de junio de 2009
OBVIEDADES
El próximo domingo se celebrarán, por fin, las elecciones al Parlamento Europeo. Y digo “por fin” porque seguro que somos muchos los que estamos más que hartos de lo que se ha dado en llamar “campaña electoral”. Decir que, en muchas ocasiones durante los últimos años, la política española ha descendido a las cloacas, tal vez en busca de sí misma, es seguramente una obviedad. Afirmar que la política de muchas otras naciones no le va a la zaga es, con toda probabilidad, otra obviedad. Disponemos de abundantes ejemplos en cualquier ámbito. Vivimos en un mundo de obviedades, donde hay que dar por sentado que las cosas son así y que sea cual sea la opción que se escoja, así continuarán. Hemos llegado a dar por sentado que es normal que los candidatos que concurren a unas elecciones mientan a su electorado y hagan promesas al ciudadano que no tienen intención alguna de cumplir.
Pero estamos alcanzando unos extremos de desorientación, falta de ideas y proyectos, confrontación, irresponsabilidad, desfachatez y desvergüenza tales que dan pavor. Rajoy acusa a Zapatero de gastar alegremente el dinero de los contribuyentes viajando en un avión del ejército para dar mítines; Pepe Blanco afirma que también la seguridad de Aznar, un equipo de 51 personas, supone un elevado gasto para el erario público; Aznar critica la temeridad de Blanco al hacer público el número de escoltas del expresidente; el Partido Popular acusa a Manuel Chaves de conceder ayudas millonarias, cuando era presidente de la Junta de Andalucía, a la empresa en la que trabaja una hija suya. El PSOE pretende que Francisco Camps explique quien le pagaba los trajes y éste afirma que abona sus compras en metálico. Monseñor Cañizares establece comparaciones desafortunadas entre el aborto y el abuso a los menores, Mayor Oreja le secunda con cierta ambigüedad y Juan Fernando López Aguilar aprovecha para arremeter contra su adversario en un debate televisivo de escasísima audiencia.
Sin embargo, ni una sola palabra sobre Europa, ni un solo proyecto expuesto con claridad acerca del tema sobre el que tendremos que decidir el domingo. Y así acudiremos a las urnas, en momentos de crisis, económica sí, pero también política. Los políticos van por un lado y los ciudadanos por otro. Y esto no sólo es una obviedad, sino una auténtica pena. Cuando más se necesita un motivo para la esperanza, menos consuelo ofrecen los que mandan. Pero ellos lo pasan bien, y si no que le pregunten a Berlusconi.
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