miércoles, 25 de febrero de 2009

¿QUIERE SER MILLONARIO? INVIERTA EN CINE INDEPENDIENTE


Ya ha pasado la ceremonia de entrega de los Oscar y la resaca posterior. Ya hemos disfrutado con el triunfo de Penélope Cruz, sin duda lo mejor de una película fallida dentro de la irregular filmografía de Woody Allen. Ya hemos asistido a la falta de agallas de los académicos para coronar a Mickey Rourke (aunque perdonable error si se considera que el premiado Sean Penn interpretaba a un homosexual; algo ha avanzado la Academia estadounidense si se ensalza esta interpretación, que no era la mejor, unos años después de que se le negara el Oscar a Javier Bardem por su encarnación de Reinaldo Arenas, cuando esa sí que superaba a todas las demás de aquella edición). Ya hemos respirado tranquilos, por fin, todos los admiradores de Kate Winslet. Pero no es de nada de esto de lo que en realidad quiero hablar.
El motivo de esta nota es comentar una tendencia que parece estarse implantando sibilinamente en Hollywood: el triunfo del cine independiente. Bajo esa vitola llegaba a Los Ángeles la, a priori y a pesar de sus diez candidaturas, invitada de piedra "Slumdog Millionaire". Y de piedra se quedaron todos los invitados cuando esta pequeña película se hizo con ocho estatuillas. Todo un prodigio de rentabilidad. "Slumdog Millionaire" ha venido así a sumarse a una lista de títulos que, bajo el marbete genérico de "cine independiente", ha copado los primeros puestos en cuanto a candidaturas y premios se refiere desde hace unos años. Los ejemplos más recientes son "Pequeña Miss Sunshine" y "Juno".
Tradicionalmente, cuando una de estas pequeñas producciones se colaba en la gran noche de Hollywood, la recompensa solían ser los premios al mejor guión. Ese fue el caso de la mencionada "Juno" o de una gran película como "Entre copas". Pero las cosas han cambiado. El éxito de "Crash" resultó ser premonitorio de una tendencia que ahora se confirma con la entronización de "Slumdog Millionaire".
Sin embargo, la etiqueta "indie" se puede estar convirtiendo en una marca o un subgénero. Entre las muchísimas notas de prensa que se publican estos días, aparecía en algún periódico la crónica de la azarosa producción de "Slumdog Millionaire". Y se mencionaba que la posibilidad de que la película no se estrenase en cines y pasara directamente al mercado de DVD, había sido más que real durante esa etapa, ya que la productora de la cinta, Warner Bros, había decidido cerrar su filial de cine independiente, Warner Independent. Pero entonces llegó providencialmente Fox Searchlight responsable también de las antes mencionadas "Pequeña Miss Sunshine" y "Juno" y desatascó el proyecto. Ojo, dos de las mayores productoras del mundo tienen filiales de cine independiente. No son las únicas. Pero, si así son las cosas, el cine independiente ya no es lo que era. Ahora los ejecutivos de las grandes empresas acuden a festivales como los de Sundance, Toronto o Telluride para que nada escape a sus tentáculos. Si la película es mala, no se habrá desembolsado mucho dinero por ella. Pero si resulta ser buena y da la campanada, el negocio será redondo. Una lógica muy simple pero que esconde un gran peligro: que el cine independiente pierda esa frescura que en él suelen buscar los que están hartos de comer siempre lo mismo. Ahora, una película indie no será una propuesta creativa diferente a las demás, sino que seguirá unos patrones característicos, como en el caso del cine negro, el de terror o el de ciencia ficción. Se podrá innovar más o menos, se podrán contar historias con mayor o menor maestría dentro de los cánones de un género, pero en cuanto comencemos a seguir unos patrones establecidos, seremos pasto de las grandes corporaciones y el esfuerzo no habrá servido de nada. Es lo que tiene el éxito.
La abundancia de medios no siempre se corresponde con la calidad de las propuestas. Tampoco la escasez de medios indica necesariamente que la película sea una obra maestra desconocida. Lo que es seguro es que la marea del beneficio económico lo absorbe todo. Incluso las buenas ideas, los planteamientos innovadores y la frescura creativa. Pero bueno, es lo que hay. Y eso no nos impedirá seguir disfrutando del cine, tanto del buen cine de corte clásico y narración tradicional como la de "El curioso caso de Benjamin Button" (injustamente marginada en el reparto de premios), como del cine más fresco y preocupado de ofrecer nuevos caminos, aunque concurridos aún no congestionados.

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