martes, 17 de febrero de 2009
UN LUCHADOR
Cada año, uno de mis hermanos y yo, concedemos un espacio a la banalidad dentro de nuestra común afición al cine y cumplimentamos una especie de quiniela con vistas a la entrega de los premios Oscar. Es una experiencia interesante, pese a lo tonta que pueda parecer, porque en esa apuesta se aprecian nuestros diferentes criterios dentro de una pasión común. Además, el premio que obtiene el ganador revierte directamente sobre esa afición al cine, ya que el perdedor invita a ver una película. Sin ánimo de vanagloria, sino más bien como guiño personal, he de decir que llevo dos años consecutivos alzándome con la victoria.
Pero bueno, todo este preámbulo un poco intrascendente es sólo para realizar mi apuesta públicamente cuando falta menos de una semana para la entrega de los premios. Este año, y que quede constancia de que no he visto su película, voy a decantarme por Mickey Rourke como ganador del Oscar al mejor actor. Por pura simpatía personal hacia los perdedores irredentos. Porque eso es lo que ha sido durante toda su carrera Rourke. Y eso que sus comienzos fueron inmejorables (recuérdese aquel encuentro en cierta escalera con Kim Basinger, otra actriz ninguneada que, al final, se salió con la suya). "Nueve semanas y media" lo convirtió en un mito en todo el planeta, o al menos en la parte del planeta que puede permitirse ir al cine de vez en cuando. Pero luego, una serie de decisiones desacertadas, llevó a Rourke por el mal camino. Aparcó su incipiente y exitosa carrera de galán de marcada virilidad para dedicarse al más viril de los deportes: el boxeo. Y aquí comenzó a recibir los golpes de la vida, librando un duro combate contra las adicciones, los aprovechados, los explotadores y contra sí mismo, que perdió por KO.
No deja de resultar un tanto irónico que el regreso triunfal de Mickey Rourke se produzca con una película como "The wrestler", en la que el actor interpreta a un ex luchador de lucha libre americana. El papel le llegó de la mano de Darren Aronofsky, interesante director aún no lo suficientemente considerado y pareja de la dulce Rachel Weisz, una de las actrices más bellas y auténticas del cine hollywoodense actual (la otra es Kate Winslet, a la que también espero que le sonría la fortuna este año). Este luchador le ha permitido al actor interpretarse a sí mismo y reinterpretarse a sí mismo, en un doble juego sólo al alcance de unos pocos capaces de caminar por la cuerda floja aunque estén cagados de miedo. El elogio de la crítica ha sido unánime, Copa Volpi del Festival de Venecia incluida. Hay que recordar que, en ocasiones anteriores, otros actores de la misma estirpe que Rourke optaron al máximo galardón de su profesión y se les negó (pienso en el John Travolta de "Pulp Fiction" o en el Bill Murray de "Lost in translation"). Esperemos que este año los académicos se muestren a la altura y tengan el valor de reconocer el coraje de aquellos que caminaron por el borde del abismo.
Por cierto, ¿no estaría muy bien que alguien se atreviera a reunir en una misma película a estos tres actores y a otros de su misma estirpe como Kurt Russell, Patrick Swayze, Matt Dillon o Woody Harrelson? Digo yo.
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Tengo que decir que he visto algunas imágenes de "El luchador" y ese Rourke llorando deja sin aliento. Pero mi apuesta será por Brad Pitt.
ResponderEliminarUna actuación espectacular, en parte, gracias al maquillaje, pero esas cosas en Hollywood gustan mucho. Pero fuera maquillaje, Brad Pitt siempre me ha parecimo más interesante de lo que él mismo piensa. Ahí quedan actuaciones como las de "Seven" o "Babel", y la interpretación de su vida: la de loco en "12 monos".