Equipaje de Bolsillo
El blog de Bonifacio González Gómez
sábado, 22 de enero de 2011
lunes, 26 de abril de 2010
Una tarde con Fernando
Acaba de terminar el Festival de Cine de Málaga. Personalmente, siempre me ha sucedido algo extraño con este festival y es que, más que las películas a concurso, lo que me ha interesado son algunas de las actividades paralelas que se organizan. En esta ocasión, los encuentros con el público, una novedad en el certamen. Presentados por el multifacético Luis Alegre, en esta primera experiencia, los encuentros con el público se centraron en las figuras del director Fernando Trueba y la actriz Ángela Molina. Yo acudí al primero, junto a mi hermano, que también se llama Fernando y también es director (en su caso, de cortometrajes). El escenario fue el auditorio del Museo Picasso. Trueba llegó puntual a la cita, con ese aire de filósofo clásico que le imprime a su rostro la media melena que el tiempo ha hecho blanquear, confiriéndole a su dueño la apariencia de un hombre de más edad, pero sin ocultar una jovialidad muy juvenil.
La charla entre Alegre y Trueba se produjo en un ambiente de lo más íntimo que se puede lograr cuando se tiene a unas cincuenta o sesenta personas mirando. En un breve repaso, recorrieron anécdotas acaecidas durante la producción de algunos filmes de Trueba, interioridades del proceso de llevar a término un proyecto cinematográfico, nombres de amigos comunes (Rafael Azcona o Bebo Valdés), y hablaron del futuro. Y en el horizonte más inmediato, el estreno de Chico y Rita, la película de animación a la que Trueba está dando los últimos retoques junto a Xavier Mariscal. Será un nuevo idilio entre las numerosas pasiones de Fernando Trueba, en este caso, la música latina, la pintura y el cine. También se habló de la próxima película de ficción que dirigirá el madrileño, El artista y la modelo. Según se comenta, esta película podría ser un nuevo hito en la carrera de Trueba que cuenta, a mi juicio, con dos perlas en su filmografía: Belle Époque y La niña de tus ojos. Y puede serlo por el peso del director, que además estará empeñado en volver a su mejor cine tras dos películas vapuleadas por la crítica y no muy bien tratadas por el público como son El embrujo de Shanghai y El baile de la Victoria. Jean Rochefort, que será el protagonista masculino, ha manifestado su ilusión porque esta sea su despedida de la interpretación cinematográfica; Aída Folch volverá a trabajar con Trueba, el hombre que le dio su primera oportunidad en el cine; y Claudia Cardinale ha confirmado su participación, con lo cual Trueba ya cuenta también con un mito del celuloide para su nuevo proyecto.
Tras la charla con Luis Alegre, se dio paso a las preguntas del público, que dieron pie a respuestas bien desarrolladas, sazonadas con anécdotas que, como diría un antiguo cronista, hicieron las delicias del respetable. El encuentro concluyó con un inesperado “momento fan” del que el arriba firmante fue responsable, lo confieso, con firma de libro (Mi diccionario de cine es una joya) y apretón de manos incluido, aprovechado también por alguna actriz novel para acercarse al director en busca de atención para su trabajo y por un grupo de jóvenes que querían fotografiarse con él.
En definitiva, actividades como esta son buenas iniciativas que contribuyen a acercar el trabajo de los profesionales y las interioridades del cine a cierto sector del público ávido de experiencias que trasciendan un poco la consabida alfombra roja y el griterío quinceañero al paso de estrellas de la televisión que han hecho una “peli”.
Foto: Fernando González Gómez
La charla entre Alegre y Trueba se produjo en un ambiente de lo más íntimo que se puede lograr cuando se tiene a unas cincuenta o sesenta personas mirando. En un breve repaso, recorrieron anécdotas acaecidas durante la producción de algunos filmes de Trueba, interioridades del proceso de llevar a término un proyecto cinematográfico, nombres de amigos comunes (Rafael Azcona o Bebo Valdés), y hablaron del futuro. Y en el horizonte más inmediato, el estreno de Chico y Rita, la película de animación a la que Trueba está dando los últimos retoques junto a Xavier Mariscal. Será un nuevo idilio entre las numerosas pasiones de Fernando Trueba, en este caso, la música latina, la pintura y el cine. También se habló de la próxima película de ficción que dirigirá el madrileño, El artista y la modelo. Según se comenta, esta película podría ser un nuevo hito en la carrera de Trueba que cuenta, a mi juicio, con dos perlas en su filmografía: Belle Époque y La niña de tus ojos. Y puede serlo por el peso del director, que además estará empeñado en volver a su mejor cine tras dos películas vapuleadas por la crítica y no muy bien tratadas por el público como son El embrujo de Shanghai y El baile de la Victoria. Jean Rochefort, que será el protagonista masculino, ha manifestado su ilusión porque esta sea su despedida de la interpretación cinematográfica; Aída Folch volverá a trabajar con Trueba, el hombre que le dio su primera oportunidad en el cine; y Claudia Cardinale ha confirmado su participación, con lo cual Trueba ya cuenta también con un mito del celuloide para su nuevo proyecto.
Tras la charla con Luis Alegre, se dio paso a las preguntas del público, que dieron pie a respuestas bien desarrolladas, sazonadas con anécdotas que, como diría un antiguo cronista, hicieron las delicias del respetable. El encuentro concluyó con un inesperado “momento fan” del que el arriba firmante fue responsable, lo confieso, con firma de libro (Mi diccionario de cine es una joya) y apretón de manos incluido, aprovechado también por alguna actriz novel para acercarse al director en busca de atención para su trabajo y por un grupo de jóvenes que querían fotografiarse con él.
En definitiva, actividades como esta son buenas iniciativas que contribuyen a acercar el trabajo de los profesionales y las interioridades del cine a cierto sector del público ávido de experiencias que trasciendan un poco la consabida alfombra roja y el griterío quinceañero al paso de estrellas de la televisión que han hecho una “peli”.
Foto: Fernando González Gómez
martes, 6 de abril de 2010
Ruido de fondo
La multitud de casos de pederastia entre sacerdotes de la iglesia católica que ha saltado a la luz pública está desatando una ola de críticas hacia la actitud de determinados sectores de la jerarquía eclesiástica, comenzando por el propio Papa, al tiempo que se ha generado un airado debate entre los medios de comunicación afines al catolicismo y los que defienden posiciones opuestas. Al final, todo se reduce a eso: imponer los propios intereses. Es una pena que el debate de ideas generado por un suceso de actualidad esté perdiendo importancia y vigencia entre los medios de comunicación para dejar paso a un estéril intercambio de improperios que sólo persigue imponer las propias tendencias y opiniones en lugar de dilucidar el fondo de la cuestión y ofrecer al público en general los elementos suficientes para que éste cree su propia opinión según su criterio personal. ¿No era esa una de las funciones del buen periodismo? Lástima que el buen periodismo sea cada vez más escaso y se imponga casi siempre el titular sensacionalista.
La polémica generada por la actitud de los jefes de la iglesia en relación con los casos de pederastia denunciados en Estados Unidos, Irlanda, Alemania y otros países se basa más en el ruido mediático que en el verdadero fondo de la cuestión. Porque, a mi juicio, el elemento clave para intentar el entendimiento de un asunto tan complicado reside en los conceptos de culpa y perdón.
La iglesia católica considera el abuso sexual, ejercido en este caso sobre los niños, como un pecado. La justicia lo califica de delito. En teoría, si existe contrición, arrepentimiento, la iglesia perdona los pecados. El arrepentimiento se considera un atenuante en los procesos judiciales, pero no se perdonan los delitos. Algunos extraerían la obvia conclusión de que los sacerdotes pederastas deberían ser tratados según la justicia en tanto que hombres, dejando en un segundo plano la dimensión espiritual y el posible arrepentimiento por los pecados cometidos. De ese modo, el delincuente, el pecador, serían juzgados según el propio ámbito de consideración de su falta.
Pero ¿qué pasa con quienes encubren el delito, con aquellos que esconden el pecado? Ahí no hay arrepentimiento, sino voluntad de ocultar, de hacer la vista gorda. Y hay situaciones sobre las que no se puede pasar de puntillas. La iglesia católica debería realizar un acto de reflexión y replantearse muchos de sus postulados, sobre todo aquellos que se refieren al orden sacerdotal y las consecuencias que se derivan de la condición de sacerdote. Debería intentar, de una vez por todas, adaptarse a una sociedad en constante cambio, a un mundo que no es el mismo. Algunos auguran ya una caída del Papa por efecto de la presión mediática que se está ejerciendo sobre su figura. Recordemos que la iglesia católica ha sobrevivido durante dos milenios a los vendavales de la historia y que millones de personas en el mundo se declaran católicos pese al amplio historial de despropósitos y elecciones erróneas que los jerarcas han seguido a lo largo de los siglos. No creo que la presión de los medios de comunicación sobre la cúpula católica sea capaz de erosionarla más allá del aluvión coyuntural de críticas. Pero la justicia también debería replantearse muchos aspectos de su labor, entre ellos su relación con la iglesia y la consideración de los delincuentes independientemente del hábito que vistan. Y los medios de comunicación también deberían reflexionar acerca de su papel en todo este debate público y no limitarse sólo a generar ruido y confusión.
miércoles, 31 de marzo de 2010
De mártires y luchadores
Existe algo obsceno en la contemplación de una persona que se deja morir por una idea. La degradación que sufre el cuerpo humano sometido a una huelga de hambre es uno de los espectáculos más dolorosos que se pueden producir. Guillermo Fariñas, disidente cubano, lleva más de un mes sometido a esa dura prueba. Y su ejemplo está cundiendo en la isla, pues otros dos disidentes se han sumado a esta medida de presión hacia el gobierno cubano. Reclaman del régimen la puesta en libertad de 26 opositores enfermos.
Convengamos en que una huelga de hambre puede ser un buen instrumento de presión, sobre todo si, como en este caso, cunde el ejemplo, se multiplica el número de huelguistas y de este modo se consigue que la comunidad internacional también presione. Hace falta mucho valor para emprender una protesta de este tipo, máxime cuando se sabe a ciencia cierta que el gobierno no va a ceder y que el transcurso de la huelga puede convertirse en un tránsito doloroso hacia una muerte diferida.
Y aquí es donde deberían plantearse algunos interrogantes a la hora de decidir si la huelga de hambre es la forma de protesta más adecuada. Ante la intransigencia de un gobierno dictatorial que deja morir a aquellos que no están de acuerdo con sus postulados, quizá la mejor forma de lucha, la más eficaz, no sea la de emprender una huelga de hambre. La persona que la lleva a cabo hasta sus últimas consecuencias puede convertirse, y de hecho lo hace, en un mártir de la causa y su ejemplo puede considerarse inspirador y servir de modelo a otros. Pero hay que tener en cuenta que, por mucha admiración que despierten en sus compañeros de lucha, los mártires quedan en el recuerdo, pero no ganan las batallas.
Para alcanzar la victoria es necesario luchar. Y para luchar de forma efectiva, es necesario estar vivo. Se lucha por una causa, un ideal. Se lucha por la libertad, por el progreso, por la paz. Se lucha por una vida mejor. Y esa lucha sólo puede ser positiva si se enarbola la bandera de la vida, de la esperanza. No seamos ingenuos, sin medidas contundentes no cabe esperar ningún gesto de apertura por parte del gobierno cubano. Pero si esas medidas contundentes conllevan la pérdida de vidas humanas, vidas por demás preciosas y que pertenecen a personas de extrema valía, habría que replantearse los términos de la lucha. Siempre será más útil un luchador que cien mártires.
Foto: La Razón
viernes, 26 de marzo de 2010
Garzón en la encrucijada
La independencia de criterio es un valor muy escaso en estos tiempos de disciplina de partido y corrección política. En cambio, la cobardía y la ocultación están en alza. Por eso, cuando un hombre (o una mujer) son capaces de hacer gala de la primera para atacar a la segunda y la tercera, sólo ganan enemigos. A veces muy poderosos pues, tanto la cima del poder como sus aledaños, suelen estar poblados de personas para las que el valor de los demás, o más bien la ausencia de miedo son, cuando menos, un problema.
Baltasar Garzón se ha ganado, a lo largo de su carrera judicial, numerosos enemigos. A menudo se acusa al juez Garzón, sobre todo en esta etapa en la que tantos casos de corrupción se están destapando, de connivencia con el poder. Sin embargo, habría que recordar que fue este el magistrado que investigó los GAL, lo que le creó numerosos problemas con el gobierno de Felipe González. También ha sido él quien más empeño ha puesto, desde el estamento judicial, en la lucha contra el terrorismo, o al menos esa es la idea, la imagen, que llega a la sociedad. Además, su carrera está jalonada de numerosos éxitos, y no sólo a nivel nacional. Fue él quien se atrevió a encausar a Pinochet y a algunos militares argentinos acusados de detenciones ilegales, torturas y desapariciones durante la dictadura de su país. Esas acciones le valieron a Garzón el reconocimiento de la comunidad internacional.
Por eso sorprende que, cuando el juez sigue el camino lógico que, además, se le había reclamado desde algunos foros, es decir, cuando Garzón decide investigar los crímenes cometidos durante la dictadura en su propio país, el aplauso se vuelve mirada suspicaz, la admiración se convierte en recelo y comenzamos a buscar la manera de evitar que se reabran las heridas (heridas que a unos duelen más que a otros, todo hay que decirlo). Y claro, se busca la manera de atacar nuevamente a este juez. Se le denuncia por prevaricación al declararse competente para investigar los crímenes del franquismo. Y entonces saltan los que estaban agazapados esperando el momento porque ese momento ha llegado.
Yo no sé si Garzón ha estado o está metido en asuntos sucios (y quién puede decir con la cabeza alta que tiene las manos completamente limpias). Pero pienso que estamos asistiendo a una persecución cuyo último episodio por el momento ha sido la desestimación del recurso presentado por el acusado, lo que en la práctica supone despejar el camino para acabar con la carrera de Garzón. Podría enfrentarse a una pena de entre 12 y 20 años de inhabilitación. Es triste vivir en un país que no cuida a sus hombres valientes.
Foto: diario ABC
martes, 23 de marzo de 2010
Espe ataca de nuevo
Esta vez nos ha tocado a los andaluces. Esperanza Aguirre, también conocida como “la lideresa”, ha tenido a bien incluir una perla sobre Andalucía en el ya largo rosario de despropósitos que va sembrando prácticamente cada vez que habla. Dice que el gobierno no hace más que dar a los andaluces “pitas, pitas, pitas. Y esto la gente del campo sabe de lo que hablo”, ha concluido sus declaraciones realizando además un alarde gramatical de mucho empaque.
No es la primera vez que un dirigente del Partido Popular se refiere a los andaluces con descalificaciones. Tampoco es la primera vez en la cuenta particular de Espe (así, con confianza, es tan entrañable). Subsidiados y vagos, creo que nos llamó en alguna ocasión.
Pero lo sorprendente no es que algunos dirigentes del Partido Popular hablen así de los andaluces. Tampoco lo es que lo haga Espe, que tiene en su haber frases ya míticas como la reciente “Nos hemos quitado de en medio a un hijoputa” o una un poco más antigua, cuando era ministra de cultura y felicitó a “la señora Sara Mago” por su premio Nobel de Literatura, o cuando demostró su carácter aguerrido y valiente al salir pitando de aquel hotel de Bombay para deleitarnos aquí con el relato de sus experiencias, rubricado con un rotundo “No descansaré hasta que todos estén en casa”, refiriéndose a los miembros de la delegación española que ella encabezaba. Por no hablar de cuando nos abrumó con sus problemas económicos al asegurar que no llegaba a fin de mes.
No, nada de eso sorprende. Lo que sí sorprende es que personas que aspiran a gobernar este país se refieran a los habitantes de algunas comunidades autónomas haciendo gala de su supina ignorancia y su escaso calado intelectual, recurriendo a tópicos más propios de una película de aquellas de Paco Martínez Soria que de los tiempos que vivimos. Lo que sí sorprende es que estas mismas personas que dicen desvivirse por España no levanten un dedo para intentar que el país salga de la crisis que está llevando a mucha gente, no ya a llegar ajustados a fin de mes, sino a estarlo desde el día uno, simplemente porque necesitan esta crisis económica para mantener ciertas aspiraciones de ganar unas elecciones que de otro modo volverían a escaparse. Lo que sí sorprende es que nadie en ese partido sea capaz de callarle la boca a Espe. Y lo más sorprendente de todo es que ella siga engordando su cuenta de sandeces y eso todavía no le haya pasado factura.
viernes, 19 de marzo de 2010
Ideas originales
El movimiento feminista, como cualquier impulso intelectual que se instrumentaliza, puede enfilar una senda muy peligrosa si se permite que se conviertan en voceros de sus postulados personas como Bibiana Aído. La última propuesta, más o menos velada (la señora Aído suele adscribirse a la muy extendida costumbre de tirar la piedra y esconder la mano) de la ministra de igualdad ha sido sugerir que el feminismo ocupe un lugar en la formación troncal de los estudiantes universitarios, lo que viene a ser lo mismo que convertirse en asignatura obligatoria. Parece ser que no tener nada que hacer da mucho trabajo, porque Bibiana Aído no para de hilvanar propuestas, cada cual más descabellada que la anterior, mientras ejerce su labor como cabeza de un ministerio que nadie sabe muy bien para qué sirve.
Las aportaciones de Aído a la mejora del sistema educativo español no son nuevas. Ahí están, por ejemplo, sus denodados esfuerzos por conseguir la paridad ligüística con aquello de los “miembros y miembras”. Recuérdenlo. Y tras soltar aquella soberana estupidez, encima lo adornó con una sonrisita bobalicona que dejaba entrever que la frase estaba muy meditada y no la pronunció al azar. Y días más tarde, ante la lluvia de improperios absolutamente merecidos, no sólo no reconoció su metedura de pata, sino que aseguró que había que luchar contra el sexismo en el lenguaje.
Ahora, para demostrar de nuevo su coraje feminista, aboga por la implantación de una asignatura de feminismo obligatoria en la universidad. Personajes así dañan la imagen del verdadero esfuerzo que auténticas luchadoras han realizado a lo largo de la historia por conseguir un tratamiento digno para la mujer, una igualdad real de derechos entre hombres y mujeres. Recetas como la propuesta por la ministra de igualdad y su recepción entre la ciudadanía pueden llevar a un retroceso peligroso en la consideración social del movimiento feminista.
Pero como proponer alegremente no cuesta nada, yo también quisiera lanzar una idea. En estos tiempos de crisis en los que no nos ponemos de acuerdo acerca de las medidas a tomar para paliar los efectos de la debacle económica, ¿no sería una buena medida de ahorro suprimir gastos innecesarios como, por ejemplo, el sueldo de la señora ministra de igualdad?
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